19 de octubre de 2009

El Lunarejo, una pluma del orbe indiano


Carmen Perilli

Juan de Espinosa Medrano, conocido como el Lunarejo por los lunares que marcaban su rostro mestizo, fue fraile y letrado en la Lima barroca donde un verdadero parnaso sostenía un imaginario cortesano en un abigarrado mundo en el que la paz enmascaraba la violencia. Un cuerpo entre mundos irreconciliables, que buscaba armar su propia genealogía, enfrentar la denigración que lo consideraba fruto de un mundo enfermo. Voces como la suya construyen un discurso que exalta las virtudes del Nuevo Mundo”:por consiguiente, los peruanos no hemos nacido en rincones oscuros y despreciables del mundo ni bajo aires más torpes sino en un lugar aventajado de la tierra, donde sonríe un mundo mejor”, dice en el prefacio a la Lógica.
Este hombre de enigmático origen, nacido alrededor de 1630, hablaba y escribía con perfección tanto el quechua, el castellano y el latín. Se han tejido románticas mitologías pero ninguna prueba un origen indio. Se conserva una alegórica anécdota: “Predicando un día Espinosa Medrano en la Iglesia Catedral advirtió, repelían a su madre que porfiaba a entrar y dijo: “ Señoras den lugar a esa pobre india que es mi madre” y al punto la llamaron convidando sus tapetes”.
En su brillante trayectoria este doctor que compartió un retrato con Santo Tomás, fue catedrático y teólogo. Una masiva concurrencia escuchaba sus sermones desde el púlpito de la Catedral del Cuzco. Entre sus bienes se encuentran propiedades urbanas y rurales, joyas, muebles, cuadros, esclavos y libros. Fue docto en Literatura, Religión y Filosofía. Lo escucharon tanto la corte, a los clérigos y a los estudiantes como a los indígenas catequizados. Sus palabras aspiran al reconocimiento de la labor de los intelectuales coloniales: ”... no hay cebo para un estudioso, no hay hechizo para quien aprende, como el aspirar a un acto lustroso y adquirirse una celebridad en él”
Se conservan un Apologético a Don Luis de Góngora, varios panegíricos, dos obras de teatro: un auto sacramental escritor en quechua y una tragicomedia en español. Además el prefacio a la Lógica de Santo Tomás y la traducción del primer tomo así como un conjunto de sermones agrupados como La novena maravilla. En los prólogos del Apologético, su obra más importante, se escenifica la ciudad letrada. Escritos por sus pares -"nosotros los criollos"-conforman un alegato construido subrepticiamente como acatamiento dirigido a la metrópolis. Estos criollos son conscientes de inaugurarse en la diferencia. El desafío está implícito en la extraña contienda del criollo sacerdote, caballero andante defensor de las formas del latín imperial y de las innovaciones gongorinas que busca apropiarse, aunque a destiempo, de un lugar en las polémicas españolas. Ya que " donde crió Dios más quilatados y copiosos los tesoros de la tierra, depositó también los ingenios del cielo". La identificación entre tesoros e ingenios se afirma tajantemente: “Pero en más precisa obligación le reconoce esta escondida América, siendo su ingenio, no el ensaye del oro y la plata que pródigas dan sus brutas peñas; de los grandes talentos sí, que produce el mineraje racional de sus hijos”.
El origen mestizo y vergonzoso se oculta detrás de adjetivos como antártico, indiano, austral, criollo, americano en estos “desesperados climas", donde siempre se corre contra con la distancia: ”Pero los europeos sospechan seriamente que los estudios de los hombres del Nuevo Mundo son bárbaros”. Por ello el Lunarejo argumenta con autoridades: ”(Aristóteles) dijo claramente que este polo antártico está en lo alto del cielo, o sea que es la parte superior. El Doctor Angélico concuerda con el Filósofo” Y agrega ””Conque para los peruanos las estrellas son diestras sin embargo su fortuna es siniestra”.
En su “Oración a Santa Rosa de Lima” intenta defender la civilización y la fe de estos territorios: “. La presencia de Rosa es testimonio, de la religiosidad vernácula no fruto ajeno: ”¿Pues Rosa no es patrona del Nuevo Mundo?. ¿No yace en Lima su virgíneo cadáver?. Es cierto: ¿Pues cómo dicen que Roma ha de entonces enviar a Roma su Rosa?. Lima le dará Rosa que equivalga a esas dos ínclitas cabezas del cristianismo: con sólo Rosa blasonará el Perú tanto como todo el mundo con sus apóstoles”.
Doble movimiento de acercamiento y de alejamiento. Se acepta la existencia de un centro político y religioso y se cuestiona un centro geográfico al que se proclama relativo.. El gesto de alabanza al héroe español se torna en orgullo indiano. Escribe, desafiante, a uno de los protectores: “Mucho padrino es vuestra excelencia (príncipe excelentísimo) para que mi pequeñez aspire a su patrocinio; pero menester es, que sea tan grande, si ha de llegar su sombra hasta el otro mundo”. El Lunarejo solicita abrigo para las letras indianas a borrosas y poderosas figuras. Sin embargo, está orgulloso de su carácter peruano. Yergue su voz tonante de letrado criollo: “A los príncipes grandes suelen presentarse las aves peregrinas, los pájaros que crió región remota; una pluma del orbe indiano se abate a los pies de vuestra excelencia no de vuelo tan humilde, que por lo menos no ha salvado el Antártico mar, y el Gaditano”.
Si es un ave peregrina, no por ello deja de reivindicar la altura del vuelo, se siente heredero de los dos mundos aunque “¿qué puede haber de bueno en las Indias? Sátiros nos juzgan, tritones nos presumen, que brutos de alma, en vano se alientan a desmentirnos máscaras de humanidad. ... harto es, que hablemos: mucho valdría Papagayo, que tanto parlase.” Monstruo barroco, mitad animal, mitad humano, híbrido entre naturaleza y cultura, el criollo sobrelleva sus marcas en la piel y la letra. No se resigna a ser convertido en papagayo, simple reflejo, exótico y colorido, espejismo y mentira.. Muchos años después el cubano Reynaldo Arenas pondrá en boca de uno de sus personajes la misma queja ”¿ Hasta cuándo el hecho de ser americano constituirá una condena? .¿Hasta cuándo seremos considerados como seres paradisíacos y lujuriosos, criaturas de sol y agua?...¿Hasta cuándo vamos a ser considerados como seres mágicos guiados por la pasión y el instinto?...¿Hasta cuándo vamos a permanecer en perpetuo descubrimiento por ojos conocidos?”
Juan de Espinosa Medrano, Apologético, Caracas: Ayacucho, 1.982.
Reynaldo Arenas, El mundo alucinante, Bs.As. : Tiempo Contemporáneo, 1970
Carmen Perilli, Colonialismo y Escrituras en América Latina, Tucumán:UNT , IIELA, 1999.
Carmen Perilli, Discursos Imperiales. Tucumán: UNT, IIELA, 1999.
Publicado en "La Gaceta Literaria"; La Gaceta de Tucumán.

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