4 de julio de 2010

Una poética de ángeles caídos-Carmen Perilli


Una poética de ángeles caídos El ángel de la independencia
Las crónicas de Elena Poniatowska

Carmen Perilli

La escritura de Elena Poniatowska articula un proyecto alternativo en el cruce entre ficción literaria y construcción histórica; entre poesía y periodismo.. Abandona el papel del letrado iluminado para ocupar el del letrado solidario. Se pueden delimitar zonas en su producción: la zona de la biografía: novelas de aprendizaje como Lilus Kikus y Flor de Lis ; reportajes como Todo México; biografías como Tinísima, epistolarios como Querido Diego te abraza Quiela; ficciones testimoniales como Hasta no verte Jesús mí- textos en los que decir Yo es decir nosotros-mujeres, mexicanos, intelectuales, niños. La zona de la crónica es homogénea; incluye discursos muy diversos- dice Nosotros y los Otros como representación plural de la la nación. Desde los tlatolli y las historias de frailes y soldados del siglo XVI hasta Martín Luis Guzmán y Carlos Monsiváis la crónica es importante en la literatura mexicana.y latinoamericana. "¿Por qué el sitio tan marginal de la crónica en nuestra historia literaria? Ni el enorme prestigio de la poesía, ni la seducción omnipresente de la novela, son explicaciones suficientes del desdén casi absoluto por un género tan importante en las relaciones entre literatura y sociedad, entre historia y vida cotidiana, ente lector y formación del gusto literario, entre testimonio y materia prima de la ficción, entre periodismo y proyecto de nación?[1]. Poniatowska la transforma en espacio polifónico; destruyendo el monologismo estatal, desnuda el autoritarismo del mito revolucionario mexicano. Si en La noche de Tlatelolco el movimiento estudiantil es el héroe trágico; en Nada nadie el pueblo del terremoto protagoniza una épica solidaria.Tensión permanente entre estos el ritual y la historia[2]: entre el mundo marcado por los rituales y el mundo desgarrado de la modernidad. La matanza en Tlatelolco repite el sacrificio religioso de los orígenes: Los aztecas sacrificaban a los dioses jóvenes guerreros en batalla florida; el Estado mexicano sacrifica al Orden a jóvenes estudiantes. La noche de Tlatelolco actualiza las palabras náhuatl-: "Gusanos pululan por calles y plazas/ y en las paredes están salpicados los sesos...". Los testimonios insisten letánicamente: "Había mucha sangre pisoteada, mucha sangre untada en la pared"; "Vi la sangre embarrada en la pared"; "La sangre de mi hija se fue en los zapatos ..."; "Y el olor de la sangre manchaba el aire/ ". La frase "Son cuerpos, señor..."adquiere el mismo valor. En Nada nadie. Las voces del temblor, la experiencia de la muerte y el despojo es significada desde el título: "¿Necesitan algo?/No, Nada";"¿Quién anda ahí?/ Nadie, soy yo/ Ya no tengo nada"; "Ya no tengo a nadie/ Ya no soy nadie"; "Nada, nada, yo ni pido nada"; "Me quedé sin nadie y sin nada , señito". Tlatelolco es nuevamente el centro de la tragedia: "¡Como el 2 de octubre , cuando la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco amaneció cubierta de zapatos como flores machucadas".En la historia mexicana tramada como tragedia la muerte es matanza y sacrificio: verdugos y víctimas están atrapados en los mismos gestos. “Los ángeles de la ciudad”– en Fuerte es el silencio- se sostiene en la alegoría, representando al Distrito Federal como un infierno dantesco. "Los círculos se agrandan, cada vez es más ancho el cinturón de miseria, pulula un mundo que se va achaparrando hasta quedar a ras del suelo; pocilgas en las que uno se mete a gatas, y de las que emergen en la neblina de la madrugada unos ángeles sucios, de alas trasquiladas y lodosas que se escurren lastimeramente ..." ( FS, 23). El sujeto son los “sin nombre”, los “póngale juan nomás...” tragados por la vida urbana. El cronista los acompaña; camina a su lado; su testimonio se funda en historias de vidas que arman un sujeto colectivo.La noche de Tlatelolco narra los sucesos del 68, desde las fotografías del comienzo. Reproduce testimonios de los miembros del movimiento estudiantil, con excepción de voces que actúan como coro. En el espacio virtual de la lectura de las diferentes voces así como textos diversos ( carteles, grafitis, cantos). La cámara se detiene en las imágenes fragmentos literarios y periodísticos . El narrador incluye una cronología .En Nada, nadie el Autor se presenta como equipo que, a su vez, entrevista a los protagonistas, ficcionalizando sus presencias en la agrietada y doloridad ciudad. Las voces construyen cuerpos marcados, sobrevivientes y muertos. La palabra propia busca ser palabra de todos. Los ángeles negros instauran la solidaridad que el Estado policíaco reprime: "Contamos con el Chanfle y con el Vaselina, el Újule y el Estoperole... Son ellos los salvadores, los desalojados y los pateados"; "Me llegaron algunos con facha de cadeneros, de pandilleros, y resulta que me ayudaron en serio". Escritura que reflexiona sobre los límites de lo real impugnando los límites de la literatura misma, ya hay una acción doble: sobre la construcción histórica y sobre la ficción literaria.. No se trabaja en la literatura con la literatura solamente. Retratar, construir, dar testimonio, documentar. Poniatowska incorpora a la crónica los mejores recursos de la vanguardia narrativa. Compleja negociación entre tradiciones diferentes; tensión entre letra, voz e imagen; reescritura de textos maestros del imaginario social mexicano, impugnación del discurso político; inscripción del acontecimiento en el mito; configuración de un sujeto colectivo no anónimo; pacto solidario entre autor y pueblo todas estos funciones conforman una escritura que renueva un género al mismo tiempo que formula una versión crítica de la nación mexicana. Carmen Perilli
[1] Monsiváis, Carlos"De la santa doctrina al espíritu público(Sobre las funciones de la crónica en México" en Nueva Revista de Filología Hispánica, Tomo XXV, 1987, Nro. 2, México, pág. 753.
[2] ver Frederic Jameson: "De la sustitución de importaciones literarias y culturales en el Tercer Mundo. El caso del testimonio", Revista de crítica literaria latinoamericana, Lima, 1992, Año XVIII, Nro. 36.
La Gaceta Literaria, Tucumán 1999.

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